a los lavajos de la Fragua, la Cigüeña y la huerta de la Serna configuran sus recursos hídricos de mayor entidad. Siendo en su mayoría tierras de secano, de trigo y cebada, cuenta con pastos en las riberas del Adaja, pequeños pinares, viñedos y, de notable
importancia para lo que aquí se trata, algunos afloramientos de piedra caliza. Actualmente el topónimo, de época medieval, constituye un primer dato histórico señalando el probable origen norteño de sus más antiguos pobladores. Estos traerían en recuerdo de aldeas septentrionales –burgalesas o palentinas- el nombre a la localidad, si bien se ha aducido también para Espinosa un origen relacionado
con la flora del término. Más concreto es el origen del apellido, proveniente de la donación de la aldea el 9 de enero de 1174 por Alfonso VIII a los “caballeros” de la Orden Hospitalaria de Jerusalén. A mediados del siglo XIII estaba encuadrado en el tercio de La Vega dentro del arcedianato de Arévalo, contribuyendo la parroquial a las mesas capitular y episcopal abulense con veinte morabetinos, en la línea de los veintitrés de Orbita o veinticuatro de Gutiérre-Muñoz.
Exterior de la Iglesia de San Andrés Apóstol. |
La iglesia de San Andrés se encuentra al este de la población, en el extremo del núcleo urbano, al que únicamente le une la calle que discurre bajo la fachada occidental. Sobre arquitectura y arte de su torre. Tal disposición escorada de los templos, incluso separados del casco, se repite con relativa frecuencia en la comarca. Recuérdense los casos de Donvidas, Santo Domingo de las Posadas, Moraleja de Matacabras, Albornos, San Cristóbal de Trabancos, Blasconuño de Matacabras, Villamayor, Sinlabajos, Villanueva del Aceral, Villar de Matacabras, Cantiveros, etc.
Detrás del retablo se encuentra un Pantócrator con los cuatro Evangelistas bajo la apariencia de tetramorfos. |
tramos curvo y recto cubiertos por bóvedas de cuarto de esfera y medio cañón respectivamente. Al exterior sostiene el alero una hilera de canes muy desgastados –en buen número recolocados recientemente- en los que se reproducen motivos geométricos, vegetales –pencas-, animales –aves, cánidos- y humanos –figuras de difícil identificación y rostros asomantes-.
Torre de la Iglesia de San Andrés Apóstol |
por los más humildes talleres sin responder en conjunto a programa iconográfico
alguno. Articulan el tambor absidal sendas columnas sobre basamento, rematadas en capiteles de arpías y felinos encorvados que agachan la cabeza hasta casi tocar sus patas delanteras.
Interior de la iglesia. |
(cfr. AA. VV., 2007e, III, p. 1500). Ambas cestas encuentran el parangón más cercano en capiteles del pórtico de San Martín de Arévalo. Vila da Vila ha puesto en relación el conjunto escultórico de Espinosa con el taller borgoñón de San Vicente de Ávila. Siendo así y a la espera de que se liberen las demás piezas escultóricas del templo, este debe fecharse muy a finales del siglo XII, incluso en las primeras décadas del siguiente.
Cata en la portada. |
Textos: Profesor Raimundo Moreno en "Memoria mudéjar en la Moraña"
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