domingo, 18 de diciembre de 2011

San Esteban de Zapardiel

Iglesia de la Visitación de Nuestra Señora
Madoz describe así San Esteban de Zapardiel en el S.XIX:
"Lugar, con ayuntamiento en la provincia y diócesis de Ávila (9 leguas) partido judicial de Arévalo (3 leguas), audencia adrid (22 leguas), cg de Castilla la Vieja (Valladolid, 12 leg). Situado, en terreno llano, le combaten todos los vientos, y su clima es propenso por lo común a fiebres intermitentes. Tiene de inferior construcción, una plaza sin soportales, escuela de primeras letras común para ambos sexos, y una iglesia para invención de Sta. Cruz con curato de entrada y de provisión ordinaria; hay cementerio, y una laguna en las afueras cuyas aguas utilizan los vecinos para el uso de los ganados. Confina, el término con los de Sinlabajos,  Castellanos de Zapardiel, Moraleja de Matacabras,  Lomoviejo y Salvador de Zapardiel."

Puerta y campos de San Esteban de Zapardiel.
Aún habiéndose exhumado en el término restos romanos y visigodos, hoy el topónimo sigue constituyendo referencia obligada. Sanchestevan aparece por primera vez citado en 1250 en el repetido elenco fiscal del cardenal Gil Torres, referido probablemente a un “Sancho Esteban” encargado de la repoblación. En tal documento se encuadra la localidad en el tercio de Madrigal, que junto a los de Rágama y de la Vega constituían el arcedianato de Arévalo. Contribuía a la mesa episcopal abulense con quince morabetinos, lo que la sitúa como una localidad de mediano tamaño pareja a otras del entorno como Castellanos de Zapardiel, Palacios de Goda o Blasconuño de Matacabras. Según el Catastro de Ensenada contaba a mediados del siglo XVIII con treinta y seis casas en pie y dos más en ruinas, en las que se distribuían veintisiete vecinos de los que seis eran pobres de solemnidad. La morfología actual de su caserío se adecúa al trazado de la vía que lo cruza de norte a sur hacia Salvador de Zapardiel, ya en la provincia de Valladolid.  

Portada de arco conopial.          
Arquitectura popular.
Portada con arco encuadrado en alfiz.
En él se han conservado ejemplares típicos de arquitectura vernácula, entre los que cabe citar alguna portada de arco conopial en la plaza de la iglesia. Igualmente son visibles vestigios desperdigados de edificios desaparecidos de cierta entidad, de los que a buen seguro algunos pertenecerán a las distintas transformaciones de la parroquial y a la desaparecida ermita de San Juan de los Perdones.                                          
Atalaya.
Torre  militar:
Se repite en este pueblo lo que podemos ver en Muriel ya que la existencia de una torre militar llevó a que se situase en ella el campanario de la parroquia. Pero el templo en sí no se adosó a esta estructura sino que se sitúa a una cierta distancia. ¿la explicación? Quizás responda a los gustos estéticos de cada momento que hicieron que los constructores de la iglesia consideraran "primitiva" la fábrica de la atalaya y prefirieran disociar ambas estructuras. Además es posible que la torre se encontrase ya rodeada de viviendas tal y como está hoy día. La atalaya es imponente en cuanto a su apariencia. 
Torre-vigía.
Presenta esquinales de ladrillo en cada uno de sus vértices y, en el resto, paños de pequeñas piedras y cantos de río ligados con argamasa, alternados con verdugadas de ladrillo. No se observan diferentes etapas edilicias y las únicas modificaciones efectuadas en su traza son las perforaciones que vemos en la zona superior destinadas a situar las campanas. La estructura se remata con unas hiladas de ladrillo. Como en todas las torres militares de los primeros siglos altomedievales que estamos visitando, la entrada se sitúa en alto y hoy en día se accede por una escalera añadida con posterioridad. Afortunadamente esta bien conservada torre-vigía ha sido restaurada con el fin de ubicar en ella un museo etnográfico, magnífica iniciativa que esperemos impulse la rehabilitación de otros bienes de nuestro maltrecho patrimonio.

Portada.


Iglesia de La Visitación de Nuestra Señora:
A la primera fase de su construcción han de pertenecer los arcos de medio punto doblados que configuran el extremo occidental del pórtico, que Gutiérrez Robledo ha puesto en relación con los de Orbita y Horcajo de las Torres. En uno de estos vanos se ha recolocado una lauda perteneciente a una obra pía recorrida por una cenefa de huesos y calaveras. El resto del pórtico fue rehecho en época moderna junto a la
portada,incorporando los tres carpaneles centrales y últimamente cegándolo para
ser reaprovechado como aula del que aún se conserva incluso la pizarra. Igualmente se organizó un espacio hacia los pies hoy arruinado y de complicada explicación, al que da paso un arco rebajado que conserva a la altura del salmer los apoyos de las cimbras sobre las que fue montado.
Retablo Mayor. En éste se sitúa un relieve de Santa Teresa de Jesús,
mientras que en el vano central lo hace una talla de Santa Ana con la
Virgen María. A la derecha de ésta, una de San José con el Niño y
un Jesucristo a la izquierda.
Al interior se presenta como un templo barroco en que la nave se articula en tres tramos cubiertos por una bóveda de lunetos, en organización similar a la de Castellanos de Zapardiel, o a la que hubo de tener Donvidas antes del derrumbe de su torre. El retablo mayor fue contratado el 28 de octubre de 1760 con el escultor arevalense Felipe de la Cruz, quien al tiempo se comprometía a realizar el grupo de la Virgen y santa Isabel que lo preside. Su único cuerpo se alza sobre predelaindividualizadas por columnas de capitel corintio. En cada una de ellas se abre una hornacina en las que hoy se disponen el referido grupo en la central y en las laterales tallas del resucitado y san José con el niño. El ático, semicircular, se compartimenta en casetones de disposición radial decorados con florones y un relieve de santa Teresa en el remate sostenido por una pareja de ángeles. Asimismo se conoce la intervención en otras tallas para el templo del escultor Tomás Martínez Herrero (Arévalo, Adanero,…), quien en 1793 realizaría un Cristo crucificado y un crucifijo grande de madera y cuatro años después un san José y cuatro serafines.



Cristo del Consuelo.
Según un inventario fechado en 1768 el templo contaba las siguientes retablos y tallas, la mayor parte de los que aún se conservan si bien han desaparecido otros: “Ai quatro altares y retablos, uno nuevo que es el mayor y es nuevo y en él ai un niño Jesús y un san Simón y san Judas. Otro nuevo en el que está el santo Christo del Consuelo y su adorno consiste en el trono, dos espejos y dos relicarios; por fuera dos quadritos, el uno de san Juan apóstol. Ai tanbién en dicho altar las tres tablas de palabras de evangelio y de lavatorio. Otro retablo en el que está Nuestra Señora del Rosario en su trono y al lado de la epístola santa Águeda y al del evangelio un señor con la cruz a cuestas de yeso en un dosel de damasco blanco, y por baxo del trono otra nuestra señora, el niño y santa Ana; ai también en dicho retablo y altar las tres tablas correspondientes. Otro en el que está el Christo de la vera cruz y por baxo está la urna nueva que sirve para su magestad el día de jueves santo; tiene tanbién las tablas correspondientes como también las tiene el altar mayor y todos tienen también sus cruces. Ai tanbién el retablo mayor en medio de él por zima del tabernáculo una nuestra señora.


Textos: Jorge Díaz de la Torre en "Un reino de ladrillo y adobe"; Raimundo Moreno en "Memória mudéjar de La Moraña" y Madoz en " Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar"

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