domingo, 6 de mayo de 2012

Orbita

APUNTES SOBRE LA HISTORIA DE ORBITA Y SU IGLESIA PARROQUIAL


I.- ORÍGENES DEL PUEBLO

Orbita.
  La historia del pueblo de Orbita tiene su origen a finales del siglo XI o principios del siglo XII. Nuestro pueblo tiene pues una antigüedad de unos 900 años aproximadamente y debe su origen al proceso de la repoblación que acompañaba a la guerra de la reconquista. El rey de Castilla y de León, Alfonso VI (1072-1109), fue uno de los reyes que dio un mayor impulso a la guerra contra el Islam con la conquista de Toledo en el año 1085 y tenía un gran interés en rellenar el amplio territorio que iba desde el Duero hasta más allá de las sierras del sistema Central, lo que los historiadores llamaban la Extremadura Castellana, que habían quedado casi vacías en el periodo de la invasión islámica y sobre todo durante los años del auge del Califato de Córdoba, a finales del siglo X y principios del siglo XI.

  En este período (siglos XI y XII), y en estas tierras castellanas al sur del Duero, los protagonistas de la repoblación no van a van a ser las grandes casas nobiliarias o los grandes monasterios, como ocurre con las tierras al Norte del Duero, sino colonos libres, emigrantes de las tierras del Norte de Castilla que fundarán las nuevas aldeas, tomarán posesión de las nuevas tierras y les darán sus propios nombres. Las aldeas recién fundadas se constituyen como concejos que eligen sus propios representantes y al mismo tiempo se organizan en torno a las ciudades o villas más próximas, formando una comunidad entre la propia villa y las aldeas vecinas, uniéndose entre sí para controlar y administrar los espacios comunes (los montes, los prados, los pinares, etc.) y dotándose de una organización propia que las distingue de otras regiones del resto de Castilla y de las demás regiones de España y que se conoce en la historia de España como Comunidades de Villa y Tierra.

Vista del Ayuntamiento, iglesia de San Esteban y casa del párroco. (Foto cortesía de Ángel Ramón González)


  Esta organización peculiar del territorio convierte a nuestros pueblos y aldeas en tierras de “realengo”, es decir sometidas directamente al poder del rey, aunque mediatizadas por el poder de las villas y de los linajes más importantes de la ciudad, como ocurre en nuestro caso con la dependencia del Concejo de Arévalo y de sus famosos cinco linajes que tenían ciertas prerrogativas sobre las aldeas. Pero los habitantes de nuestros pueblos eran más libres que los de otros pueblos de otras regiones de la península sometidos a un estricto dominio feudal, o bien bajo el agobiante poder y jurisdicción de los nobles, tierras de “solariego”, o bien bajo el no menor peso de los grandes monasterios, tierras de “abadengo”. Esto último no quiere decir que en nuestras aldeas no fuera importante el poder de la Iglesia, como ha ocurrido en el resto de la España medieval y moderna hasta épocas recientes. Las diócesis, el poder eclesiástico, controlaba gran parte de la vida y los recursos económicos de las ciudades y aldeas. Las ciudades o villas más próximas a nuestro entorno, que van a ser repobladas durante este mismo periodo y se convertirán en centros de estas comunidades de las que estamos hablando van a ser Ávila, Coca, Arévalo, Olmedo, Medina, Segovia, Íscar y Cuéllar.


II.- EL ORIGEN DEL NOMBRE DE ORBITA

  Una de las preguntas más frecuentes que suelen hacerse todos los pueblos es la de sus orígenes y entre estas el por qué del nombre de su propio pueblo. La respuesta a esta pregunta en muchos casos es producto de una leyenda popular o de una invención culta, propia de gentes eruditas o ilustradas. Tratamos a continuación de resolver este enigma del origen del nombre de nuestro pueblo, basándonos en los últimos estudios históricos que se han hecho en torno a la toponimia de la provincia de Ávila del autor abulense Eduardo Tejero Robledo y con posterioridad del gran historiador Ángel García Barrios prematuramente fallecido





  Siguiendo a este autor y a otros historiadores de la historia de la Edad Media que han tratado este tema, se puede afirmar que la mayoría de nuestros pueblos tienen su origen en la repoblación, que se hace en nuestras tierras en los siglos XII y XIII, tras la despoblación que se produjo con motivo de la inseguridad y el miedo a la guerra entre la Cruz y el Islam. Los reyes de la Corona de Castilla ofrecen grandes oportunidades a los castellanos que viven en las provincias del norte del Duero, donde escaseaban tierras para la agricultura y la ganadería, pues casi todas ellas estaban en manos de las casas nobiliarias y de los monasterios, y la mayoría de sus habitantes estaban sometidos a estos poderes que les dejaban poco margen de libertad y escasos recursos económicos. La mayoría de estas tierras estaban semidesiertas y los repobladores las ocupaban mediante el sistema de la “pressura”, que consistía en una ocupación pacífica y ordenada, con la obligación de roturarlas y cultivarlas, para así convertirse en colonos y propietarios de las mismas. Con esta política de repoblación no sólo se conseguían ventajas para los nuevos pobladores, sino que se favorecía la política de expansión que protagonizaba el conde Don Raimundo de Borgoña, yerno del rey Alfonso VI, quien desde la conquista de Toledo, el año 1085, consigue trasladar la línea fronteriza desde el Duero hasta el Sistema Central.

  Estos repobladores recién llegados en busca de  nuevos horizontes, son los que van a dar el nombre a la mayoría de nuestros pueblos, aldeas y algunos despoblados muy abundantes en la comarca en la que nosotros vivimos. Unas veces copian el nombre del pueblo del que ellos proceden, lo que ocasiona que muchos nombres de nuestro entorno coincidan con nombres de pueblos de otras provincias más al norte: Burgos, Soria, La Rioja, etc… Así vemos que nombres como Montuenga, Espinosa, Velayos, Almarza, Duruelo, Palacios, Nava, Canales, Langa, Madrigal, etc…están copiados de otros pueblos existentes más al norte de Castilla, de donde sin duda son originarios los repobladores.





  Pero mucho más frecuente es encontrarse con nombres propios de personas, cuyos nombres dan  origen al nombre del pueblo. Serán los propios repobladores o sus convecinos los que impondrían al pueblo el propio nombre del repoblador. Nombres próximos a nuestro entorno revelan este hecho: Pedro Rodríguez, Gutierre Muñoz, Martín Muñoz, Blasco Sancho, Hernán Sancho, Sancho Adrián, Don Hierro, Don Jimeno y muchísimos más. Como vemos, la mayoría son nombres compuestos, aunque algunos se fusionan y dan origen a un nombre simple como Sanchidrián.
  Veamos ahora cómo se forma el nombre de nuestro pueblo Orbita que unas veces aparecía escrito con B y otras  con V ( Orvita). El nombre simple ORBITA es el resultado de la unión de dos nombres más sencillos ORO y VITA. Estos dos nombres en la edad media era frecuente encontrarlos por separado aplicados a personas. En un documento del archivo de la catedral de Avila, con fecha de 7 de mayo del año 1261, en el testamento que hace un tal Esteban Domingo, aparece el nombre de un  nieto suyo llamado DON ORO; y en otro documento del mismo archivo con fecha de 28 de julio de 1299, en una escritura de compraventa de unas casas que compra el clérigo de la iglesia de San Vicente a un judío llamado Abrahan Elgur, aparece el nombre de la mujer de éste, llamada ORO SOL. Por tanto vemos que el nombre de ORO, que procede del latín AURUM, no es raro encontrarlo como nombre de persona en aquella época.

  El segundo nombre VITA también es un nombre latino que significa VIDA y este es más frecuente que el anterior. En la misma provincia de Avila hay varios pueblos que tienen el mismo origen: Amavida, Vita, y mucho más próximo el pueblo de Donvidas cerca de Sinlabajos, cuyo nombre antes se escribía “Sietlavajos”.

  Pero estos dos nombres no solo aparecen separados uno del otro, sino que también aparecen juntos formando un  nombre de persona llamado ORBITA. En el monasterio de San Millán, de la provincia de La Rioja, entre sus múltiples documentos manuscritos de la época medieval, aparece la firma de un testigo de una compraventa llamado “domno Orbita de Harraizzaleta” que lleva fecha del año 1106. Esto quiere decir que estaba firmado por un señor que se llamaba Orbita y que era natural, como vemos por su segundo nombre, del país vasco. En el mismo monasterio y del año 1109 aparece escrito en otro documento el nombre de un tal Gonsalbo Orbita.

  Por todo lo expuesto podemos fácilmente aventurar que el nombre de nuestro pueblo procede de un repoblador, originario del país vasco o del norte de Castilla, que emigraría de su lugar de origen, como muchos otros, en busca de nuevas tierras que por aquel entonces se encontraban semidesiertas. Por otra parte no es rara la procedencia de muchos repobladores de las tierras vascas o navarras. En nuestra provincia hay muchos pueblos cuyo nombre empiezan por Narros, pues este nombre es la abreviatura usual de Navarros. El nombre de Mingorría es un nombre vasco que significa “rojo” y el nombre de Gotarrendura es la fusión de dos nombres  ( Gutierre ) y el  vasco ( Endura).


III.- HISTORIA DE LA IGLESIA DE ORBITA

  La Iglesia de Orbita pertenece al conjunto de iglesias de la Tierra de Arévalo que se construyen a finales del siglo XII o principios del XIII, y por tanto se clasifican como de estilo mudéjar. Para su estudio dividimos el conjunto arquitectónico en sus tres partes más destacadas: Nave, Pórtico y Ábside-Torre. Al mismo tiempo que tenemos en cuenta esta división funcional debemos considerar la evolución artística que ha sufrido a lo largo de su larga historia. Estos cambios de estilo hay que contemplarlos como el resultado de las reformas y reconstrucciones, que a su vez se han originado tras los sucesivos derrumbes, unos perfectamente conocidos en cuanto a su fecha y en cuanto a sus dimensiones y otros por el contrario hay que deducirlos de las alteraciones que se aprecian sobre el mismo edificio.


Iglesia de San Esteban, fachada Oeste.
Iglesia de San Esteban, fachada Sur.
Fachada Norte.

La nave
  El edificio nace, por tanto, como iglesia mudéjar a finales del siglo XII y así se mantiene, muy posiblemente hasta bien entrado el siglo XVI o XVII. Las naves primitivas de las iglesias de la comarca, levantadas con humildes materiales de barro y ladrillo  rara vez sobrepasaron el siglo XVI; de ahí que se aproveche en muchos casos su deterioro  o su ruina para elevarlas y ampliarlas, adaptándolas a los nuevos gustos de la época.

Nave de la iglesia articulada en tres tramos, donde vemos el arco toral que comunica la nave con el presbiterio.

  En el caso de Orbita se levanta un gran arco toral, que comunica el presbiterio con la nave, y está formado por gruesas dovelas adornadas con los medallones florales típicos de la época. La bóveda se cubre con una bóveda de medio cañón de estilo barroco y se compone de tres tramos. El último tramo de la bóveda cobijaba el bautisterio, la tribuna y el órgano y elevándose sobre este tercer tramo se levantaba  un pequeño torreón ciego, montado sobre una cúpula de media naranja. La existencia de esta segunda torre es conocida por los datos que aporta el libro de fábrica parroquial, por el cual sabemos que el 20 de junio del año 1740 “se arruina la torre ciega” y en la visita de ese mismo año se manda demoler la ruina y hacer la pared de la iglesia. Esta pared a la que se refiere el citado libro  (parte del tercer tramo de la nave)se realiza en mampostería con materiales más resistentes, bloques de piedra caliza, como se pueden ver en la actualidad, diferenciándose de los dos tramos anteriores en que al estar construidos estos en materiales más humildes permanecen recubiertos de cal.

Fachada Oeste donde
hubo una segunda torre
hasta que se derrumbó
en 1740.
Zona trasera de la iglesia
donde vemos el cambio
de aparejo, causa de un
derrumbe de la segunda
torre en el S.XVIII.
Zona Oeste de la nave, vemos el
baptisterio bajo el coro.






  Entre las obras que ocasiona el derrumbe del año 1740 está el de la construcción de un  nuevo órgano. Este órgano será obra del organero abulense Antonio Muñoz y se monta en el mes de noviembre del año 1751. Tras el derrumbe de la torre y el presbiterio del año 1986, el órgano, por estar colocado a los piés de la nave, no sufrió especiales daños, salvo el consiguiente deterioro de acumulación de polvo y excrementos de palomas durante los años que tardó en levantarse la nueva torre. En los primeros años del presente siglo (2006-7), la Asociación Retor promovió su restauración, cuyos costes fueron sufragados por la Junta y por los vecinos del pueblo, a través de su Ayuntamiento , Parroquia y aportaciones individuales. “Retor” además contó con el indispensable apoyo técnico de la Asociación Organaria.
  Otra interesante aportación, que nos trajo la última restauración de finales del pasado siglo, fue el descubrimiento de una portada al norte, portada de ladrillo enmarcada por triple arquivolta y rematada por un alfiz y doble friso de esquinillas. Esta portada norte comunicaba el interior de la iglesia con el antiguo cementerio y tras su cerramiento se utilizó, con el resto del muro norte, como frontón de pelota. En el rincón formado por este muro y la sacristía existía un osario hasta bien entrada la década de los 50 del pasado siglo. El hueco formado por esta portada, en el interior de la iglesia, se ocultó con la instalación del altar del Cristo, que existe en la actualidad.




Órgano desde el coro.
Vista del órgano desde
la nave.
 
Portada Norte descubierta
durante la restauración
de finales del S.XX.
El pórtico
  Este es uno de los elementos más característicos de la iglesia de Orbita. Es también el que menos ha sufrido con los sucesivos derrumbes. Ya don Manuel Gómez Moreno lo describía a principios del siglo XX : “A lo largo del costado meridional arrímasele un pórtico, imitación interesante de los románicos de Segovia, si no de los asturianos y leoneses más antiguos”. Lo recorren tres arcos de medio punto con alfiz, más el que enmarca la puerta de entrada a la iglesia que es de mayor tamaño. Estos tres arcos se tapiaron en el año 1720, según se escribe en el libros de Visitas “se cierren las ventanas del pórtico de la Iglesia, una vara de alto sobre la altura que tienen, aqsí para defender de la inclemencia de los aires la gente y la cera que hay en la Iglesia, como para evitar que entren a profanar el sagrado gente de mal vivir que se suele acoger por causa de estar abierto” . Desde el pórtico se accede al interior de la iglesia por una puerta  con cuatro arquivoltas concéntricas, de curva aguda y recuadro. La cara oriental del pórtico está también adornada con otro arco de arquivolta múltiple y friso de esquinillas.

Pórtico mudéjar "imitación interesante
de los románicos de Segovia, si no,
de los asturianos y leoneses más
antiguos".
Arcos desde el interior del pórtico.
Portada Sur de acceso a la
iglesia con cuatro
arquivoltas y alfiz.
Friso de esquinillas en el interior
del pórtico (detalle).
Arcos doblados de medio punto
enmarcados en alfiz.
Portada interior de acceso
al pórtico.
La torre ábside
 Ya hemos visto que hasta el año 1740 esta Iglesia tenía dos torres: el torreón ciego, a los piés, al que  llamaban “el castillo” y la torre que se elevaba sobre el presbiterio. Esta torre era el elemento más sobresaliente, sobre todo por sus dimensiones tanto a lo alto como a lo ancho.
Por su elevada altura se la suele asociar a las torres vigía de las que hay gran abundancia en la comarca, como la de Barromán. El primer cuerpo de la torre se corresponde con su ábside y presbiterio que estaba recorrido por una serie de arquerías ciegas tanto en su tramo curvo como en su tramo recto. Por encima de estas arquerías había otro tramo que en lugar de construirse en aparejo de cal y canto como ocurre en la mayoría de los ábsides de iglesias próximas, como Palacios Rubios o Barromán, se construye con dos hileras de ladrillos en horizontal y una hilera en vertical de forma alterna. Esta disposición se mantiene en un amplio espacio lo que le da al conjunto arquitectónico una vistosidad y singularidad especial. Por encima de este tramo todavía había un segundo cuerpo de torre con vanos desiguales por todos sus frentes, que en parte servían para colocación de las campanas. Este segundo cuerpo se coronaba a su vez por un ático, cuyos vanos permanecían inacabados.

Torre-ábside antes del
derrumbe. (foto cortesía
de A.Ramón González)
Torre ábside reconstruido
fachada Sur.
Torre-ábside reconstruido
fachada Este.


  Con el derrumbe de la torre, ocurrido el día 16 de febrero de 1986, se inician unas laboriosas fases de consolidación y posterior reconstrucción, cuyo objetivo final consistía en la REconsrucción de la TORre ( RETOR fue el nombre que adoptó la asociación que promovió las sucesivas fases). En esta reconstrucción, a pesar de que se intentó en todo momento mantener escrupulosamente el diseño original, se alteraron algunos elementos. Sus arquerías, que eran ciegas, como era habitual en todas las iglesias, se cierran con alabastro, que deja pasar la luz al interior por los vanos que  estaban ocultos por el retablo barroco del altar mayor.  Los arcos del campanario, que antes eran de desigual altura, ahora se hacen uniformes y más esbeltos. Las ventanas del ático o palomar ahora se suprimen y se corona la torre con una amplia cornisa en forma de visera. La reconstrucción de la Torre se inauguró el día  23 de septiembre de 1995 y se contó con la ayuda de la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y León.

Arquerías al Sur, interior de la torre.
Arquerías al Norte.
Vanos del campanario.

El interior de la Iglesia

Retablo Mayor
  Este altar quedó totalmente destruido tras el derrumbe de la torre del año 1986. Los que fuimos testigos de este trágico suceso tenemos grabado en nuestro recuerdo su elegancia, su esbeltez y su riqueza en dorados, imágenes y columnas salomónicas que se retorcían sobre su eje cubiertas de frondosos adornos vegetales: racimos, sarmientos, hojas de cardo, todo una floresta . En un momento quedó reducido a mínimas piezas de madera, hasta el día de hoy guardadas en un rincón del Bautisterio  y catalogadas por expertos. Sin duda, allí esperan tiempos mejores en los que se les pueda dar una salida honrosa o bien sean definitivamente destruidos.

  En el tramo recto del presbiterio y en el lado del Evangelio había también un arco de piedra o de yeso con adornos del gótico tardío y debajo una lápida sepulcral con escudo de armas y la siguiente inscripción, según la transcripción de M. GÓMEZ MORENO, :
“Aquí están sepultados el muy noble caballero Antonio de Reinoso, hijo del muy magnífico señor Juan Ruiz de Reinoso, señor de la villa de Antillo, é doña Isavel de la Caveza su mujer –IVDXXXI”.
Sobre esta misma piedra del sepulcro y aprovechando la oquedad del nicho existía, hasta su total destrucción, un pequeño retablo llamado del Cristo de la Vera Cruz o también llamado Retablo del Santo Cristo. Este retablo se caracterizaba por estar realizado  en parte en yeso y en parte en madera. La parte labrada en el yeso era de estilo gótico. La caja de madera, con decoración barroca, contenía la imagen de un Cristo crucificado sobre el fondo de una Jerusalén pintada sobre madera. En la parte superior, en el centro, había un ángel que sostenía un paño, donde estaba esculpida la cara de Cristo, como si se tratara del paño de la Verónica. Y todo ello en medio de adornos góticos y barrocos que le daban al retablo una gran singularidad.


Los retablos colaterales
  Estos dos retablos gemelos están colocados frente a frente en el primer tramo de la nave y son obra del ensamblador y escultor Juan García del Arroyo, vecino de Arévalo. El primero que se hizo fue el del lado del Evangelio y está dedicado a la Virgen del Rosario; aparece contabilizado en las cuentas de fábrica de la parroquia de los años 1727-29. Más tarde, hacia 1735, hace el retablo colateral dedicado a Santa Ana. Ambos retablos son de escultura y pintura y al mismo tiempo son un bello ejemplo de armonía y simetría donde tiene su máximo esplendor el lujo de la decoración barroca del siglo XVIII con sus festones, tarjetas, volutas, hojas, flores, etc. Es el equilibrio de la curva y de lo enrevesado, concluye el autor F. Vázquez García.

Retablo del Rosario:



Coronación de la Virgen.

La Visitación.

La Asunción de la Virgen.

Santa Teresa.
Virgen del Rosario.


Escena de la vida de la Virgen.

Escena de la vida de la Virgen.

Retablo del Rosario.

  La imagen de Santa Ana, que preside el segundo retablo es obra del escultor arevalense Francisco Losada que también hace la imagen de San Ramón. Entre las dos costaron 630 reales, de los cuales la parroquia sólo pagó 170 y el resto salió de las limosnas que dieron los vecinos. A los lados de Santa Ana están las imágenes de San Roque, a su derecha , y Santa Águeda, a su izquierda, pero no conocemos quiénes fueron sus autores. La imagen de Santa Águeda es una escultura de muy fina ejecución, las telas de la túnica y el manto tienen calidad, se ajustan a la pierna izquierda dejando señalada su anatomía, la imagen se mueve con la teatralidad de una escultura manierista, igualmente el cuello es largo y esbelto y el estofado responde a la calidad escultórica de la talla.

Retablo de Santa Ana:


Santa Bárbara.


Santa Catalina.


Santa Águeda.
San Roque.
Santa Ana.

San Juan Evangelista.
San Antonio Abad.
Retablo de Santa Ana.

  Los dos retablos colaterales de los que estamos hablando,  también sufrieron los efectos del derrumbe y de los años en que la iglesia estuvo en obras y semidesprotegida (1986-1995). Además de esto, sus casi 200 años de vida habían deteriorado notablemente sus dorados, sus imágenes y sus pinturas, hasta el punto de que sus cuadros estaban prácticamente irreconocibles. Durante los años 1999 y 2000 la Asociación RETOR llevó a cabo una campaña a favor de la restauración de los retablos  y para ello contó con la inestimable ayuda de la Consejería de Cultura de la Junta, que envió para ello técnicos especializados que realizaron la restauración. Gracias a ellos podemos hoy admirar lo mejor que nos queda en nuestra iglesia del arte barroco, una vez desaparecido el más importante de todos, el Retablo del Atar Mayor.
Merece la pena señalar, por fin, los cuadros de estos dos retablos. En el retablo de la Virgen del Rosario tenemos cinco cuadros que representan escenas de la vida de la Virgen y en el retablo de Santa Ana, cinco lienzos que representan a San Juan Bautista, San Antonio Abad, Santa Catalina, Santa Bárbara y Santa Ana.


Textos: Ángel Ramón González González.
Se puede leer íntegro en: http://documentosmudejares.blogspot.com.es/search/label/Orbita

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